Nicole, de 19 años, recuerda como ya con cuatro años comenzó a comer productos químicos. Pero fue hace dos, cuando su gusto por los antitranspirantes se convirtió en una adicción en toda regla. Tras pasar una época sin parar de ingerir estas sustancias a cualquier hora del día, ahora Nicole, consciente de su dependencia acude a terapia.
Ha llegado a comer más de 360 barras en dos años. Todos los días tiene que consumir y, durante la noche, cuando se encuentra con la boca seca y con fuertes dolores de estómago, opta por rociarla la lengua con desodorantes en aerosol.
Ha de tener mucho cuidado pues uno de los compuestos de los aerosoles es el Aluminio, que le puede ocasionar unos efectos secundarios que pueden llegar a ser letales. Por consejo de un buen amigo Nicole está acudiendo a terapia para poder alejarse de este vicio tan insólito.
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