Jessica Yates y Laura Sullivan volvían a casa bastante borrachas tras una noche de juerga. Yates se sintió capaz de todo y con una ausencia total de dolor empezó a introducirse el paraguas por su nariz, algo que en ese momento le debió parecer una proeza digna del más grande fakir.
La amiga llamó a emergencias al ver que la proeza más bien era una estupidez y que la gravedad del problema era alta. Los médicos optaron por cortar el paraguas y sacar con mucho cuidado los quince centímetros que había llegado a introducirse.
A un centímetro del cerebro y a punto de tenerle que realizar una reconstrucción facial. Así fue como se las gastó la ebria Yates.
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