Lo bueno es que tiene cuatro ruedas de repuesto y que los gatos ya no se pueden refugiar en los bajos del coche (nunca he entendido por qué lo consideran un lugar seguro), sino que pasarían directamente al asiento del acompañante, donde, como todo buen acompañante que se precie, serían los encargados de liar los cigarrillos y proporcionar alimentos al conductor. Todo ventajas.
Fuente: No puedo creer