Audrey Ferguson, de 51 de edad y residente del condado de Dorchester, Carolina del Sur (EE.UU.), encontró una manera muy peculiar de desplazarse a una ciudad vecina sin tener que pagarlo. Durante siete años usó gratis ambulancias como taxis.
Según comunicó la policía local a la cadena ‘Live 5 News’, recurrió a este tipo de transporte en más de 100 ocasiones. El esquema fue muy simple: llamaba al 911 y presentaba alguna queja confusa sobre su estado de salud, por ejemplo, denunciaba dolores fuertes en el abdomen. Cuando los médicos llegaban, les repetía lo mismo y pedía que la llevaran a un hospital.
Como sus síntomas no podían dar un cuadro claro sin un examen médico más detallado, la ambulancia no tenía otra opción que satisfacer su pedido. Casi siempre se trató del mismo hospital, uno grande, con equipamiento suficiente para implementar las pruebas necesarias, ubicado en el centro de Charleston, la capital del condado vecino homónimo.
En un momento los médicos descubrieron que, una vez en Charleston, Ferguson jamás pasaba un chequeo médico. Decía al personal del hospital que se sentía mucho mejor y se iba. Según comentan los equipos de ambulancia, en la mayoría de los casos veían a la mujer abandonar la clínica antes de poder completar el informe sobre su 'entrega'.
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