Thomas Bordage fue amenazado con una sanción disciplinaria si no abandonaba el «mal hábito» de quedarse 20 minutos de más en el trabajo.
Thomas Bordage acudió a la sede central de Apple París sin saber por qué le habían llamado. Quizás incluso se trataba de un ascenso. Al fin y al cabo se tomaba muy en serio su trabajo en Apple Opera e incluso alargaba su jornada laboral 20 minutos los días en que había mucho trabajo.
Todo lo contrario. Apple quería advertirle de que si no cambiaba la costumbre de hacer horas extra habría consecuencias, quizás incluso el despido. Bordage explica que la reunión con los directivos de la compañía tecnológica fue «un poco tensa» ya que para la empresa estos 20 minutos de más «no estaban justificados».
La historia viene de lejos. El sindicato francés SUD llevó a los tribunales a Apple por el abuso reiterado de sus trabajadores, que debían quedarse siempre más allá de las 9 de la noche en sus puestos de trabajo, la hora de cierre. Y Bordage es uno de los sindicados más activos de la empresa.
La noticia, que no pasa de lo anecdótico, sirve para ilustrar que la cultura del presentismo que rige las relaciones laborales en España es insólita en el resto de Europa.
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