Supongo que todos recordaremos el caso del astronauta de la catedral de Salamanca, que después de mucha especulación resultó haber sido añadido en la restauración de 1992. Lo que nos atañe hoy es algo parecido: en la abadía de Paisley, Escocia, hay una serie de gárgolas que tomaron el aspecto de algo un poco más, no sé, amenazador. Exacto: estamos hablando de un alien, un xenomorfo, un... dinosaurio, como nos gusta llamarlo por aquí.
La abadía data del siglo XIII, aunque la última restauración es de los noventa. El último equipo de restauración es el máximo sospechoso de esta intromisión. O eso o, claro, siempre podemos creer que eran las gárgolas originales y que los xenomorfos han estado entre nosotros desde hace mucho tiempo, posando para las catedrales y llevando una vida aislada aunque lujosa. Podemos incluso suponer que a veces se cuelan en casa y cambian las cosas de lugar* para justificar un olvido curioso o una carencia total de atención al entorno. Siempre son ellos. Siempre han sido ellos.
*Esta frase está justificada porque quería hacerme un vaso de leche con Nesquik mientras escribía esto y he estado veinte minutos buscando el bote hasta encontrarlo en la nevera. En el fondo de la nevera. Y sí: vivo solo. Necesito que alguien sepa que me ocurren estas cosas y que tengo miedo.
Fuente: No puedo creer